domingo, 30 de agosto de 2015

XIV. SOLILOQUIO

En el risco de la brisa presente
hay un otoñal suspiro de la rama;
con sollozo apresurado reclama
de su mano el espacio reticente.

Al polvo se conjura precedente
y oculto en el tallo rugoso llama
al encuentro furtivo de la calma,
refugio de la sombra indiferente.

Retrocede el verde tacto, confuso;
de sí mismo se aleja como intruso,
aislado del copioso devaneo.

Pasean los faroles por la Alameda:
su perro lazarillo solo queda.
Mis pasos devenir apenas creo.

© 2015, Edgar Adrián Loredo Silvestre

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