domingo, 30 de agosto de 2015

XXIX

Huraña y marginal discurre el alma mía
y va en pos de lo bello, sin furia ni quebranto;
es su solo desdén portento y cortesía
que ahuyenta lo banal, la impotencia, el espanto.

Hace mi voluntad con franca alevosía
su diáfana encomienda de inigualable encanto,
pues libre me sucede con roja demasía
un torrente de amor, y venas entre tanto.

Dicta el deseo su propia abolición;
pronto a lo surgido con liviandad trasiego
en hoguera vivaz, gallarda combustión,

que retorna sin mancha del reposo de fuego
donde su potestad trasciende en emoción
que abrasa lo querido, para apartarse luego.

© 2015, Edgar Adrián Loredo Silvestre

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