del santuario, metáfora sencilla;
la armoniosa y ecuménica ternura
esparcen leve de orilla en orilla.
Ave de franca y marmórea textura,
ágil su prédica se erige y brilla,
y es filigrana excelsa su envoltura:
majestuoso templo en humilde villa.
Despojada de lujos y exotismo
a sus naves infunde un catecismo
donde la pródiga verdad se asoma
a través de sus ligeros vitrales,
caleidoscopios rítmicos y afables
que refractan su lienzo de paloma.
© 2015, Edgar Adrián Loredo Silvestre
No hay comentarios.:
Publicar un comentario