domingo, 30 de agosto de 2015

XI. CANDOR MANIFIESTO

Íntegro reposo, copa hermética,
refugio solidario que fluye y abarca
con rebosante sello y máxima anchura
la aspiración fundacional, exuberante,
de color y estallido a punto;
descanso en flor, candidez idónea,
con legumbres en el vientre, ombligo que descuella,
recolector de los ámbitos más sinceros y canoros,
bodegón de voluntariosos laureles,
reverberación en simiente de idénticos girasoles,
protegidos por el paréntesis del ámbar.

El gozo unánime de la granada,
desnudez del festivo ademán
que en cítricos gajos lustra su racimo de chispas
y recorre, fraternal, mayo;
su propósito recaba en los rojos dientes,
en el verdor cuyos pliegues camaradas
la fibra colman, emulando a las estaciones,
y abarcan en delgada exquisitez
la ácida superficie de la ternura,
la conmoción del tamarindo abundante, reseco,
de volumen y sabor melifluos.
Protege del hielo su centella como jornal intacto,
mesura radiante, total, que alivia las trenzas ocultas
y su origen hundido: tallo paralelo,
de redondez y anhelo prioritarios;
cúmulo experto de la lima y su arado valioso,
preámbulo del logro,
don que busca semillas y obsequia sus canastas,
amargo estímulo que el esmero sirve en sombrillas naranjas
hasta prevalecer, sonrisa de amaranto;
reunión bajo el ánimo y la cáscara,
en brusca unidad, pródiga caída de la enagua,
innumerables y desprendidos sus frutos,
provenientes de la siembra;
trópicos alivios, bandejas vivaces
que en hemisféricas delicias se turnaron:
alegre convidar de la manzana,
gesto dadivoso del limonero,
de los duraznos fértil palpitación,
mostrando en sus inmensas y carnosas divisiones
el huerto que alberga un legítimo candor:
próspera creación manifiesta.

© 2015, Edgar Adrián Loredo Silvestre

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